A L U C I N A N T E



Impresionante. Esa es la palabra más apropiada para describir al Gran Premio de Australia de Formula 1. Una carrera apasionante digna del mismísimo Circo del Sol.

Tras el GP de Bahrein, se extendió por el mundo del motor la idea de que la Formula 1 era un deporte aburrido. Y en esta corriente se mostraron varios pilotos que conformaron la parrilla. Pues bien, todo aquel que piense eso debe coger y volver a ver el espectáculo sucedido en Melbourne.

Fernando Alonso salía tercero. Se veía factible lograr un podio. Pero tras una muy mala salida del asturiano, y con la influencia de la mala suerte, este se vio desplazado a la última posición. Las cosas pintaban realmente mal para el piloto español, y puntuar se veía difícil. El resultado fue fenomenal. No es que consiguiese puntuar, que lo hizo, pero de la manera en que lo consiguió y en la posición en la que acabó, demostró que es el mejor piloto del mundo.
Sus adelantamientos magistrales, su manejo del volante, su afán de superación, su agresividad conduciendo acompañada por la sensatez que lo caracteriza se vieron unidas para formar una carrera perfecta. Fernando demostró a todos quien es el mejor en la pista y se permitió el bromear con los ingenieros en los momentos en que todos teníamos el corazón en un puño. Iba 4º y a 8 vueltas para el final y tenía como sombras a Hamilton y Webber que le acosaban con sus monoplazas. Pues bien, el chico no se puso nervioso en ningún momento y aguantó como un jabato las investidas de los rivales hasta conseguir la desesperación de los mismos y forzar sus errores.

Ganó Button y le acompañaron en el podio Kubica (quien realizó una carrera soberbia) y Massa.
Alonso acabó 4º, seguido de Rosberg y Hamilton. Alguersuari finalizó undécimo y Pedro Martínez de la Rosa acabó 12º.

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